Introducirse al mundo del dibujo y la pintura merece tener una entrada digna para comenzar a dar los primeros pasos. Al igual que cuando comenzamos a andar, la pintura requiere un primer contacto con las técnicas básicas, que mayoritariamente son aquellas que conllevan el uso del lápiz.
La introducción al dibujo mediante las técnicas a lápiz es un modo de hacer que el alumno sea capaz de empezar a identificar las formas, las curvas, las luces y sombras de todo aquello que desea plasmar bien sea en un papel, en una tabla, una tela o incluso un lienzo. Para ello el aprendizaje comienza con todo lo referente al lápiz como objeto, como instrumento para comenzar a crear bocetos, las formas necesarias para poder profundizar en dichos dibujos.
El lápiz, formado de grafito, tiene una forma concreta de uso, una forma en la que la mano debe sostener el instrumento para que su uso sea el más adecuado, de mayor calidad y comodidad para cada individuo. Los lapiceros poseen una clasificación propia de grados de dureza del lápiz que recorre un amplio espectro, desde la más débil, calificada como 9H, hasta el más fuerte, 9B. Aun así, el primer contacto recomendado para el dibujo a lápiz es aquel clasificado como H, que se encuentra en la clasificación de dureza media, que nos permite realizar un primer boceto, de fácil modificación debido a que su dureza permite que su eliminación mediante borrador sea sencilla, para pasar posteriormente a las siguientes durezas (B, 2B, 3B, etc…) utilizados expresamente para marcar las formas y crear las luces, las sombras y, con ayuda del borrador, los reflejos que aquellos que queremos plasmar nos transmita. Porque antes que nada, para poder dibujar necesitamos que aquello que actúa como modelo para el dibujo nos trasmita algo, su esencia, sus formas, sus curvas…por ello merece ser observado, merece que nos tomemos unos instantes anteriores al dibujo para visualizarlo. Hay que tener muy en cuenta que a la hora de dibujar un modelo, lo que está actuando activamente no es otra cosa que nuestra memoria, pues visualizamos lo que queremos plasmar, y desde el momento en el que nuestra atención se centran en el material en el que deseamos formar el dibujo, nuestra memoria es la que está facilitando que podamos ser capaces de dibujar. Por todo ello, nuestros mayores aliados para introducirnos en las técnicas de dibujos a lápiz son los lapiceros, y nuestros ojos, que no deben dedicarse únicamente a mirar, sino primordialmente a observar.
Una vez que se llega a conocer la teoría del dibujo a lápiz, podemos extenderlo a un plano más detallado, como son las técnicas d dibujo con lápices de colores, sanguinas y carboncillos.
Los lapiceros de colores suelen ser muy utilizados sobretodo en el ámbito de la enseñanza de los niños en el campo del dibujo y la pintura. Los colores confieren al dibujo una estética más detallada, intentando buscar de alguna forma la esencia de lo que se desea plasmar. En el campo del color podemos ser capaces de encontrar los colores más básicos, como los primarios (rojo, azul y amarillo), así como sus derivados secundarios (verde, naranja y morado), hasta una gama mucho más extensa y compleja comprendida en lo que conocemos como “circulo cromático”. El dibujo artístico confiere una amplia gama de técnicas en las cuales se puede dar una distinción a cada dibujo mediante las sombras y luces más básicas, hasta llegar a la complejidad de la proyección de los colores en función de la luz que acaba siendo proyectada en el modelo.
Aunque no pueden ser definidos como lapiceros, o técnicas de dibujo a lápiz, cabe destacar el uso delas sanguinas y los carboncillos, formados estos últimos principalmente de barras de madera carbonizadas que son capaces de formar dibujos mediante su fricción con el papel, lo que provoca un desprendimiento de pequeñas cantidades de polvo de carbón que proyectan el dibujo como si de un lapicero se tratasen. La técnica del carboncillo suele venir acompañada a su vez del uso del lápiz y de las sanguinas (que dan esa función de color al dibujo), conformando así un conjunto visual que confiere las características necesarias de iluminación, profundidad y detalles al mismo. Esta técnica en concreto es especialmente utilizada para la realización de retratos porque la conexión de ambas técnicas conforma un nivel de detalle muy adecuado para este tipo de representaciones artísticas.
Aunque cualquier objeto, paisaje, persona, animal, etc…puede ser plasmada mediante el dibujo y la pintura, ciertas composiciones son altamente recomendables para iniciarse en el mundo del dibujo, debido aunque pueden ser más fáciles o sencillos de hacer mediante el boceto y la técnica que los lapiceros permiten adquirir, como pueden ser retratos, bodegones, pequeños objetos o esculturas. El detalle y la estructura de dichas composiciones nos permiten sacarle el máximo partido al material utilizado, incluso podemos llegar a realizar pequeños detalles mediante un uso más “modernizado” de los portaminas, que mediante las distintas minas que podemos utilizar, nos permiten conseguir una precisión más o menos significativa.
Otras composiciones, como los paisajes, pueden llegar a ser un reto para todo aquel que desee realizarlo únicamente con el dibujo a lápiz, más no es una tarea imposible y llegamos a encontrar auténticas obras de arte que no pasan nunca más allá de los lapiceros, de una simple gama de durezas en grafito que, en conjunto, son capaces de plasmarnos algo con mayor detalle y profundidad, así como cualquier valor que el pintor desee plasmar, incluso mejor que con técnicas mucho más avanzadas o de mayor precisión. Mediante las clases de dibujo a lápiz se busca dar una iniciación al alumno que no haya tenido experiencias previas con el mundo del dibujo y la pintura, dando en la persona una conformación inicial y primordial para su propio crecimiento personal y creativo, pues antes de adentrarnos en gran abanico artístico de las técnicas, es necesario, como todo en la vida, saber por dónde podemos empezar.